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La Costa azul.


No queríamos cruzar a Italia y abandonar la costa azul sin conocer el por qué de este sobrenombre. Quizá el color del mar, puede ser la tonalidad del cielo, o será por el color de ojos de sus extraños habitantes???

Marsella y Costa Azul.

Mientras Bera toma el atajo de caperucita y avanza por el interior, nosotros seguimos costeando. El inusual calor por estas fechas, unido al puente festivo que también disfrutan los franceses, dan lugar a un ambiente totalmente veraniego.
Parece que las cuestas del litoral van perdiendo desnivel o nosotros vamos cogiendo la forma. Ya no necesitamos emplear todo el desarrollo y avanzamos cómodamente.
Abril se despide y nos agrada que no haya hecho honor a su fama. Pero con el nuevo mes las cosas cambian y el día que llegamos a Niza (donde hemos quedado con Bera), en uno de los tramos más espectaculares de la Costa Azul, nos cae el primer chaparrón de la ruta.
Ahora en Niza, aprovechamos para tomarnos la primera jornada festiva del viaje. Toca visitar la ciudad, lavar ropa, comer bien y un poquito de internet.

San Prudencio y los primeros mil.

En Martigues buscamos un hotelito, limpiamos las bicicletas, nos vestimos las mejores galas y nos vamos a celebrar las cuatro cifras en el cuentakilómetros. Además, hoy es el patrón de los alaveses y aunque estemos lejos de casa....

Entre Marismas, lagunas y canales.

Buscamos alternativas a las concurridas carreteras del Mediterráneo francés. Secundarias, pistas, caminos de canal....
Atardece en los alrededores de Fontignac y arribamos a un pueblito de mariscadores. Es hora de "localizar exteriores". Encontramos un rincón ideal: casa vacía con porche y vistas a las marismas.
Cae el sol, vuelan los flamencos.... tan sólo los ronquidos de Bera rompen la magia del lugar.
Parece que el verano viene con adelanto y a finales de abril, nos damos el primer chapuzón en el mar.
Atravesamos el Parque Natural de Camargue, rodeados de decenas de tarros, centenares de flamencos y millones de mosquitos.

Canal del Midi. Ya no sirven las esclusas.

En Francia existe la posibilidad de unir el Mediterráneo con el Atlántico navegando. Parte del recorrido aprovecha el canal y la zona navegable del río Garona y la otra, es el conocido Canal del Midi.
Desde Toulousse arranca esta obra de ingeniería y paralela a ésta, un recorrido ciclable. Durante tres jornadas ciclamos a la sombra de innumerables plátanos que en su día sembraron a la orilla del canal. Pedalearemos dentro de este enorme túnel vegetal y tan sólo lo abandonaremos para visitar la antigua ciudad de Carcassone.El tráfico de vehículos a motor está restringido, por lo que el único sonido que nos llega es de azulones, pollas de agua y alguna gaviota despistada que nos anuncia la llegada del mar, así como el ronroneo del motor de las barcazas que tienen limitada la velocidad a 8 km/hora. La nota de color del recorrido, la ponen las diferentes esclusas que posibilitan salvar el desnivel del terreno, en ocasiones, como las del Fonseranes, en las que siete escalones consecutivos permiten salvar varios metros de altura.
De esta forma tan relajante avistamos al fin el Mediterráneo, el cual nos acompañará durante una temporada.

P.D.: El recorrido en bicicleta por este Canal se lo recomendamos a todos los amantes del desnivel 0 (apenas un centenar de metros en 240 km.) A todos aquellos que quieran pedalear unos días solos o en familia. Es apto para todas las edades. Ejemplo de ello, son el par de mujeres que deben rondar los 75 años que duermen en la tienda de al lado y que en sus viejas gacelas acarrean hasta una cafetera. ¡Ya sabeis... aquí no sirven las esclusas!

Cambio de bici.

A ver si os gusta la nueva bici que nos hemos agenciado.

Pedaleando por un jardín.

Continuamos por terreno ondulado. Nos damos cuenta lo descuidada que hemos tenido nuestra forma física después de meses de preparativos, comidas de despedida y horas y horas sentado delante del ordenador.
Al menos, disfrutamos de unas impresionantes vistas, pues marchamos paralelos a los Pirineos. Nos cuesta trabajo reconocer los picos desde esta vertiente y es el Bera el encargado de ir cantándonos cada una de sus cimas.
Aprovechamos también, para conocer algunos de los pueblos o ciudades que normalmente pasamos por alto: Navarrenx, Pau, Toulousse.
Sube y baja, baja y sube y cada alto su recompensa: un nuevo mirador de la montaña. En la ultima atalaya antes de Toulousse, nos despedimos de los Pirineos hasta dentro de un año, esperando que algún nevadón tardío, nos permita disfrutar lo que este año nos ha negado. Desde aquí, a nuestros amigos les deseamos unas estupendas travesías.